Reportaje de Carmen Menéndez sobre el concierto de Roger Hodgson en Gijón, publicado en el diario asturiano "El Comercio". 

Sobre la arena no había duda. La cita era con el pasado, con la nostalgia de volver a escuchar las canciones que enamoraron otro tiempo. Sobre el escenario, la intención guardaba más ambiciones, convertir el reencuentro en un viaje con varias paradas.

El encargado de poner en marcha la máquina del tiempo era Roger Hodgson, uno de los miembros fundadores de la legendaria Supertramp, en realidad su líder. A su gloria dedicó casi todo el concierto. De su exigua discografía en solitario sólo llegaron a la plaza de toros tres o cuatro temas, y sonó sin embargo buena parte del repertorio de la mítica banda que en los 70 desayunaba en América.

Pero no sonó en El Bibio gijonés el Supertramp de vinilo. Grandes éxitos como 'Take the long way home', 'Give a little bit', la mencionada 'Breakfast in America' (que sirvió para despertar al público), 'The logical song', 'It's raining again' (con la que cerró el recital justo antes de los bises) y, por supuesto, 'Dreamer' (uno de sus hitos), tuvieron anoche un toque aún más nostálgico.

Como Hodgson, autor de todas esas míticas piezas, había prometido, anoche sonaron igual que cuando él las compuso en su casa de Portsmouth. Sin arreglos. Sólo con uno o a lo sumo dos instrumentos. Para el segundo tuvo el cantante en el escenario a su compañero de viaje en toda esta gira, el canadiense Aaron Mcdonald, encargado de dar vida a un saxo y de vez en cuando también a la armónica. Del resto de los instrumentos se encargaba el propio Hodgson. El músico británico alternó la guitarra, los teclados y el piano de cola.

Juntos lograron que el público (unas 1.300 personas, de una media de edad que se movía entre los 40 y los 50 años) olvidara que no había sobre las tablas ni bajo, ni batería ni el resto de los instrumentos de apoyo. No importaba. Con su voz de siempre (él confesó un resfriado que apenas si se le advertía en directo), tan evocadora de los setenta como las propias canciones, Hodgson demostró que era el alma real de la banda británica.

Ayer, cuando apareció en el escenario ya se oyeron los primeros aplausos. Al volver el silencio, él ya sobre el teclado, comenzó el concierto con 'Take the long way home' y siguió a los sones de 'Give a little bit' y 'Hide in your shell'. Algo más de noventa minutos sin interrupciones que hicieron vibrar, bailar y aplaudir a todos los 'supertramperos' congregados en la plaza.

Tras la entrada triunfal y la primera pieza, el cantante se dirigió a la arena. En un forzado español dio las buenas noches y confesó (esto en inglés) que está tomando lecciones de español. Demostró después que necesita aún unas cuantas clases más, aunque continúo en castellano explicando que la de ayer era una noche especial, porque era la última en nuestro país, del que se va con muy buen sabor de boca.

“Mucho bueno España”, dijo ante un público encantado de estar allí, aunque fuera sentado, porque para la ocasión se instalaron sillas en la arena. Claro que no todos las utilizaron, porque quizá la nostalgia reinventada en una noche con una temperatura estupenda requería viajar al pasado en pie y disfrutando del pasado y del presente en plenitud.