Crónica de Ramsay Short sobre el concierto de Roger Hodgson en la ciudad libanesa de Byblos, aparecida en el diario "Daily Star". 

Detrás de él, una luna llena anaranjada. Delante, las cálidas olas del mar Mediterráneo rompiendo en la playa. Y entre él y el mar, una multitud de fans enfervorecidos. El viernes por la noche Roger Hodgson parecía la viva imagen de Jesucristo.

A riesgo de cometer sacrilegio, diré que el antiguo cantante del famoso grupo de rock Supertramp pareció convertir el agua en vino, mediante la interpretación de un buen número de temas clásicos de la banda, con el único acompañamiento de su guitarra, su piano y sus teclados, haciéndolos sonar casi tan bien como si se tratase de todo un conjunto de músicos.

Y digo “casi” porque canciones como ‘Take the long way home’ y ‘School’ nunca podrán sonar igual sin la presencia de los instrumentos de viento y una banda completa. El público, que llenaba el viejo puerto de Byblos, aplaudió, bailó y cantó todas esas canciones que adoran millones de personas en todo el mundo, disfrutando de cada nota que salía de la garganta poderosa y todavía perfectamente afinada de Hodgson.

La verdad es que la gente necesitaba evadirse de la vida real durante un rato. A mitad del concierto llegó la noticia de la explosión de un coche bomba en la popular calle Monnot de Beirut, lo cual fue un claro intento de acabar con la paz en el Líbano sembrando el terror entre una población que está harta de disputas políticas. Sin embargo, la gente no se dejó intimidar y le pidió a Hodgson un bis detrás de otro. Pocos se marcharon antes del final de la actuación, a pesar de que la noticia se fue extendiendo entre el público.

El primer concierto del festival de Byblos fue un extraordinario espectáculo a cargo de un cantautor experto. Delgado y vestido con una camisa de color verde lima, unos pantalones blancos y unas zapatillas de deporte, Hodgson se subió al escenario, se sentó frente a su teclado, sonrió y empezó a interpretar ‘Take the long way home’.

Desde ese momento se metió al público en el bolsillo. Estuvo hablador y simpático, y se mostró sorprendido y contento de que los libaneses conocieran tan bien su música. “Qué lugar tan hermoso para un concierto”, dijo. “Muchas gracias. A ver si conocéis esta canción… Tenéis que ayudarme a cantarla”.

Pero no era necesario que lo pidiera. El público, compuesto por personas de todas las edades desde niños hasta ancianos, cantó desde el estribillo de ‘Breakfast in America’ hasta cada frase de ‘Give a little bit’, pasando por las armonías vocales de ‘Hide in your shell’. Sí, fue un concierto sentimental y agradable. Las letras sencillas pero introspectivas de Hodgson, sus acordes positivos y sus melodías animadas tienen algo que consigue que incluso el oyente más escéptico se ponga de pie.

En ‘London’, una de las canciones de su etapa en solitario, la letra es a la vez sencilla, irónica, nostálgica e interrogativa: “Ojalá estuviese en Londres - Echo de menos a la Reina – ¿Y ella, me echará de menos a mí?”. Aunque nació en Gran Bretaña, Hodgson lleva más de la mitad de su vida viviendo en California, dedicando mucho tiempo a pasear entre la naturaleza y a llevar a cabo retiros espirituales. Antes del concierto me dijo que, aunque echa de menos Inglaterra, no quiere volver allí. Tal vez algunas de sus razones estén reflejadas en esa canción.

Hodgson en un intérprete con mucho talento y extraordinariamente tranquilo. Además es muy polivalente, todo un maestro con sus instrumentos y su voz. Ya fuese ejecutando esos acordes de piano eléctrico en ‘Dreamer’, rasgueando la guitarra en ‘Even in the quietest moments’ o llegando a las notas más altas con su inimitable voz en ‘The logical song’, les regaló a todos los asistentes un concierto que jamás olvidarán.

Durante los bises Hodgson interpretó el clásico ‘School’ a la guitarra, con el público rellenando los huecos correspondientes al solo de piano y gritando en primera fila. Y mientras él abandonaba el escenario, la multitud, una vez saciada su sed, se marchó a casa con la sensación de que la vida es algo más que una sucesión de horribles explosiones de bombas.