Crónica de Lee Meredith sobre el concierto que Roger Hodgson ofreció en el Palace Theatre de Manchester durante su gira británica de 2007, publicada en el diario "Manchester Evening News".

Roger Hodgson, quien fuese la fuerza motriz de la banda de rock millonaria en ventas de discos Supertramp, contó que no había visitado Manchester desde 1977. Y el público que llenaba tres cuartos del Palace Theatre le dejó claro que esa ausencia de treinta años les había resultado demasiado larga.

Con Hodgson y su catálogo de canciones, un concierto no corre peligro de convertirse en una peligrosa y agresiva rebelión del rock and roll. No se trata de ese tipo de espectáculo. Sobre el escenario hay un cantautor con mucho talento y pocos aires de grandeza, que se muestra habilidoso con el piano, los teclados y la guitarra acústica, y que consigue conectar con su público gracias a un montón de temas que se han ganado la categoría de “clásicos”.

Sin embargo, el comienzo del concierto fue algo dubitativo. La primera canción, ‘Take the long way home’, de ese álbum que está en todos los hogares, ‘Breakfast in America’, tuvo un sonido bastante extraño, con una voz demasiado áspera, y no consiguió impactar al público debido a la ausencia de una banda al completo.

La cosa mejoró con ‘Give a little bit’, canción con la que Hodgson, resplandeciente con una camisa que recordaba a la del capitán Jack Sparrow, hizo un número de magia utilizando su guitarra de doce cuerdas. Aunque fue con una canción nueva, ‘Oh brother’, con la que rescató ese sonido que tantos fans de Supertramp añoran. Además, fue un gran escaparate para su todavía impresionante voz.

Pero el triunfo fue para las canciones más famosas, aquellas por las que la mayoría de la gente había acudido al Palace y con las que el respetable fue recompensado, aunque en distintos grados de eficacia. ‘The logical song’ estuvo soberbia, y la interpretación al saxo de Aaron MacDonald fue excepcional, haciendo una réplica de la versión original nota por nota.

‘Breakfast in America’, canción que recientemente ha cobrado vida de nuevo gracias a los Gym Class Heroes (sin duda esos chicos saben reconocer un buen gancho cuando lo escuchan), resultó un tanto extraña. Al final de su interpretación, Hodgson comentó: “es demasiado corta, ¿no?”. Y a continuación la prolongó unos cuantos compases más, aunque los arreglos y la instrumentación de la versión original brillaron por su ausencia.

Mejor estuvo la interpretación de ‘Lord is it mine’, que pareció un poco acelerada pero dejó muestras de la gran calidad que tiene. El mayor aplauso de la noche fue para ‘Dreamer’ y su inconfundibles notas vocales increíblemente altas. A continuación vino ‘It’s raining again’, otro clásico con el que Hodgson se ganó al público.

En los bises apareció la cautivadora ‘School’, que sacó provecho de una presentación muy básica, sustituyendo el sonido pasado de moda de las guitarras rítmicas que tenía la versión original por el de la guitarra acústica y el piano eléctrico. Después, para terminar el concierto, todo el público participó en una segunda interpretación masiva de ‘Give a little bit’.

Así pues, más que un concierto de ‘Super-tramp’ fue un concierto de ‘Muy-bueno-en-algunas-cosas-tramp’. Esperemos que el grupo vuelva a unirse, pues todas esas canciones necesitan ser escuchadas en el formato en que fueron publicadas.