Crónica del concierto de Roger Hodgson y su banda en Atlanta, realizada por Andrew Snook para el noticiero norteamericano "Examiner".


"Fascinante", "inolvidable", "precioso", "magnífico" y "maravilloso" fueron sólo algunos de los superlativos que los fans utilizaron para describir la actuación de Roger Hodgson en el Jardín Botánico de Atlanta la noche del domingo.

En una velada durante la que no dejó de caer una persistente lluvia que de vez en cuando se tornaba aguacero, el Jardín Botánico albergó a unos dos mil espectadores sobre un césped convertido en lodazal que se dieron cita para ver a Hodgson en concierto. Para los que no estén familiarizados con el nombre, Hodgson compuso y cantó algunos de los grandes éxitos de los 70 cuando era la fuerza motriz de una de las mejores bandas de la época, Supertramp.

Hodgson pasó por Atlanta en medio de su gira ‘Breakfast in America’, y a pesar de la excesiva humedad el Jardín Botánico fue el lugar perfecto para el concierto. Este es uno de los recintos más pequeños de toda la gira y fue maravilloso tener el privilegio de ver allí a Hodgson y su banda. Hodgson proporciona una experiencia musical etérea y el Jardín Botánico de Atlanta bajo la lluvia fue el entorno perfecto para la música de semejante velada.

Hodgson tocó durante casi dos horas y alternó sus canciones de Supertramp con otras de su posterior carrera en solitario. Abrió el concierto con ‘Take the long way home’ y lo finalizó con ‘It’s raining again’. Entre ambas canciones interpretó todas las que podían esperarse, como ‘Dreamer’, ‘The Logical song’, ‘Fool’s overture’ o ‘Give a Little bit’, y también intercaló otras menos conocidas, por ejemplo ‘London’.

A lo largo de la actuación quedó claro que la voz de Hodgson no ha perdido un ápice desde que hace treinta años era el cantante principal de Supertramp. En realidad, su voz actual tiene una entonación y una expresividad aún mayores, y Hodgson usó ambas cualidades para conseguir un gran efecto. ‘Even in the quietest moments’ e ‘If everyone was listening’ fueron interpretadas a la perfección.

En parte, ‘Even in the quietest moments’ fue tan perfecta gracias al acompañamiento de Aaron MacDonald, primero al saxofón y después a la armónica. Sólo fue una muestra del talento como intérprete de MacDonald, algo que incluso amenazó con quitar protagonismo a la cautivadora voz de Hodgson. Este ya había avisado previamente de que se trataba de una banda insuperable. Junto a MacDonald se encontraban Kevin Adamson a los teclados, David Carpenter al bajo y Bryan Head a la batería.

Hodgson también rindió homenaje a los miembros de su banda por la resistencia física que demostraron, pues se trataba del tercer concierto que daban en otros tantos días y estaban actuando en Atlanta después de haber dormido sólo un par de horas durante su viaje nocturno desde un lejano lugar de Quebec, en Canadá.

Además del increíble catálogo de excelente música de la que dispone Hodgson y de su rango vocal más potente que nunca, es la humildad de su presencia sobre el escenario lo que enamora al público y les anima a participar en la experiencia global del concierto. Hodgson es único disfrutando en las tablas y aprovechando la oportunidad de recordar historias personales sobre las canciones. Esas anécdotas le dan un valor añadido a la percepción y el aprecio respecto a su música.

Al principio del concierto Hodgson dijo que había pasado mucho tiempo desde la anterior vez que tocó en Atlanta, pero que no podía recordar exactamente cuánto, a lo que una voz entre el público respondió que había sido el 15 de Mayo de 1979. Al final de la noche, Hodgson prometió que no volverá a pasar tanto tiempo hasta su próximo regreso. El público lo celebró dando gritos bajo sus paraguas, pero también fueron unánimes en que habrían preferido algo menos de ironía cuando Hodgson interpretó ‘It’s raining again’ para despedirse.