Crónica del diario alemán "Siegener Zeitung" sobre el concierto ofrecido por Roger Hodgson en el festival Kulturpur de Siegen.


Un toque de magia se percibía en el aire. Las plantas colocadas sobre el escenario parecían hacer reverencias ante la inminente aparición de Roger Hodgson, y los focos proyectaban una luz preciosa sobre la carpa del Kulturpur, que jamás había estado tan repleta. El sonido era espectacular, y la primera canción de la noche, ‘Take the long way home’, se integró tan bien en el ambiente como los árboles en el bosque que rodeaba el lugar.

Roger Hodgson, la legendaria voz de Supertramp, abrió la 23ª edición del festival Kulturpur. Era evidente que él también había sido cautivado de inmediato por la magia del recinto, y desde el principio hizo referencia al bosque, bosque y más bosque que se extendía en todas las direcciones. Después se quedó asombrado mientras contemplaba la carpa. Desde luego, este hombre ha actuado en un montón de sitios, pero no olvidará fácilmente el Giller.

Y no sólo por el lugar, sino también porque la audiencia entró en calor en cuanto Hodgson abrió el baúl de sus tesoros musicales: ‘Give a Little bit’, ‘Breakfast in America’, ‘The logical song’… El público quería escuchar esos clásicos, y para eso habían asistido al concierto. Para muchos de los presentes, el viaje que hicieron para presenciar la inauguración del KulturPur tal vez no fuera un “largo viaje a casa”, pero sí un viaje su propio pasado.

Las canciones de los discos en solitario de Hodgson siguen siendo buenas, pero no tienen la cualidad de ser clásicos del pop. Sobre el escenario, Hodgson se alterna entre el piano y la guitarra. Ahora ya no toca con su antigua banda, sino que se hace acompañar de un multi-instrumentista, el canadiense Aaron MacDonald, un virtuoso de la música que es capaz de tocar o soplar cualquier instrumento que tenga alrededor.

Si el maestro había provocado una auténtica explosión de júbilo con sus grandes éxitos en la primera parte del concierto, tras la pausa sólo podía volver a enfrentarse a su público con sonidos épicos y celestiales. La suave balada de piano ‘Lord is it mine’, una canción muy especial con la que Hodgson llega hasta lo más profundo de su corazón, es una invitación a soñar. Y es que Hodgson es un hombre que no se queda con las apariencias, sino que intenta mirar detrás de las cosas.

‘Even in the quietest moments’ es otro magnífico tema acústico que habla sobre conocer a Dios a través de la naturaleza, mientras que uno siente que no se encuentra solo en el mundo sino que forma parte de la belleza de la vida. Hodgson aprovechó la interpretación de esta canción para felicitar a los presentes por vivir en una región donde la naturaleza es tan hermosa: “Tenéis mucha suerte de vivir aquí en Westfalia”.

Al final de la actuación, después de que sonara otro tema legendario como ‘Dreamer’, llegó el momento de rendir homenaje a la música progresiva con la multi-canción ‘Fool’s overture’. El público se volvió loco y vitoreó a Hodgson sin dar importancia a algunos problemas en su voz que no podían ensombrecer en absoluto el magnífico ambiente que hubo a lo largo de todo el concierto.

Durante la despedida, la audiencia brindó una estruendosa ovación a Aaron MacDonald como reconocimiento a la magistral clase de saxo que había ofrecido, y en los bises volvieron a sonar otros dos clásicos del repertorio de Hodgson, ‘School’ e ‘It’s raining again’… ¿Qué más podía pedir el corazón de cualquier fan?