Crónica sobre el concierto de Roger Hodgson en Melbourne, publicada por el periodista australiano Mike Sweet en su blog de Internet.


El elegante Teatro Palais del distrito de St. Kilda en Melbourne se encuentra situado junto al Luna Park, el emblemático parque de atracciones de la ciudad. Y si en esa puerta de al lado suele hacer negocio el túnel del amor, otro se abrió anoche en el teatro mientras unos dos mil fans daban la bienvenida a Roger Hodgson en su regreso a Australia.

Dos años después de su anterior visita, Hodgson está de vuelta, esta vez acompañado no sólo por el increíble multi-instrumentista Aaron MacDonald, sino también por el resto de miembros de su banda: Bryan Head (batería), Kevin Adamson (teclados) y David J. Carpenter (bajo). Y este compacto grupo tiene todas las de ganar.

La canción que abrió el concierto, ‘Take the long way home’, marcó el ambiente de la velada: una celebración de los clásicos de Hodgson, muchos de los cuales se han convertido en himnos para toda una generación de fans de Supertramp, la banda británica de rock que Hodgson lideró desde comienzos de los años 70 hasta su marcha en 1983.

Desde el principio, las animadas conversaciones de Hodgson con el público le dieron un toque especial a la actuación. “Estas canciones son el viaje por mi vida”, dijo Roger antes de que la armónica de Aaron MacDonald anunciara el inolvidable comienzo de ‘School’, tema extraído de ‘Crime of the century’, el álbum de 1974 que hizo que Supertramp, hasta entonces sólo un grupo progresivo prometedor, se transformase en una banda que llenaba estadios.

No es extraño, por tanto, que varias canciones de ‘Crime of the century’ sigan protagonizando algunos de los mejores momentos de los conciertos de Hodgson. “Una frase o una letra pueden hacer que  te sientas menos solo. La música es lo mejor que hay para evocar recuerdos”, dijo Roger antes de que una potente interpretación de ‘Hide in your shell’ pusiese la directa en el desarrollo de la actuación.

Y esa es la cuestión: recuerdos y música. La mayor parte de los asistentes al concierto escucharon por primera vez esas canciones cuando eran unos adolescentes y vivían una vida más sencilla e inocente, así que su respuesta a las canciones y a su autor fue como la de quien se reencuentra con un viejo amigo al que no ve desde hace mucho tiempo.

‘Easy does it’, en cuyo estribillo el público suele dedicarse a silbar con entusiasmo, fue enlazada con ‘Sister Moonshine’ antes de que Hodgson revelase cuáles fueron sus motivos para elegir el nombre de la canción que daría título al álbum con más éxito comercial de Supertramp. “A mis 18 años yo tenía el sueño de conocer a las chicas guapas de California”, dijo como preludio de una animada versión de ‘Breakfast in America’.

A lo largo de toda la actuación, con una destreza casi insultante, Aaron MacDonald estuvo ubicado en la parte izquierda del escenario, proporcionando unas armonías y unas interpretaciones de saxofón y melódica que son parte integral del sonido característico de Hodgson. La banda llevaba tres meses sin tocar, desde su último concierto en los Estados Unidos, pero todas las canciones fueron ejecutadas con energía y autoridad.

‘The logical song’, una poderosa súplica de Hodgson sobre la búsqueda del propio yo, puso fin a la primera parte del espectáculo, momento en el que un intermedio dejó la música en pausa. Pero no hubo ningún problema, anoche nadie tenía prisa por terminar ese viaje.

Tras el descanso, la banda retomó las cosas donde las había dejado, y ofreció una vibrante interpretación de ‘Child of vision’. Luego llegó el turno de ‘Death and a zoo’, un reflexivo tema del álbum ‘Open the door’ que publicó Hodgson en el año 2000 y en el que, entre gritos de elefantes y babuinos durante alguna cálida noche africana, se cuestiona la reclusión de animales salvajes.

Después de ‘Lord is it mine’, los insistentes acordes de ‘Dreamer’ volvieron a sonar tan frescos y apresurados como sonaban hace ya casi cuarenta años. Tras invitarnos una vez más a que, como dice la canción, “nos pusiéramos las manos en la cabeza” para entender lo que pasa en nuestras vidas, la actuación principal se cerró, como ya ocurriera tantas veces en la historia de Supertramp, con la conmovedora ‘Fool’s overture’.

La velada finalizó con una mágica versión de ‘Two of us’ y con ‘Give a little bit’, durante cuya interpretación el público se puso en pie para bailar y dar palmas en eufórica celebración. Como colofón, ‘It’s raining again’ transportó ese espíritu de diversión hasta el final del concierto.