Crónica de Danielle Borges sobre el concierto de Roger Hodgson en Sao Paulo, publicada en el portal de noticias brasileño "Lerias e Lixos".


Para muchas personas de mi generación, evocar canciones de la infancia significa pensar en Trem da Alegria, Xuxa, Sergio Malandro y Menudos. Bien, no voy a negar que para mí también, pero otro grupo que marcó mis primeros años de vida fue Supertramp. Cuando yo empecé a escuchar y a disfrutar sus canciones, la banda ya se había separado, pero eso no importaba mucho.

Recuerdo los días en que me levantaba temprano y ponía en el tocadiscos un vinilo con una portada de color morado y la imagen de unas tijeras que estaban a punto de cortar la cuerda floja por la que caminaba un funambulista. ¿Alguien sabe de qué disco estoy hablando? Se llamaba “Famous last words”, y era el último que contaba con la participación de Roger Hodgson. Toda una joya.

Recuerdo también las broncas que me echaban mis padres por manipular el LP con la delicadeza de una niña de 5 años. Me encantaba poner una y otra vez la tercera canción del disco: “It’s raining again”. Era mi favorita. El sonido del saxo y esa voz aguda me invitaban a subir el volumen hasta el máximo y a ponerme a bailar por toda la habitación simulando que el mando de la tele era mi micrófono. Alguna que otra vez veía a mi madre espiándome desde el pasillo, y entonces me moría de vergüenza.

Con toda esta introducción intento expresar lo que sentí cuando, la noche del 26 de Abril, me di cuenta de que estaba delante de un ídolo a quien ni siquiera he tenido la curiosidad de conocer jamás. Era la misma voz que me proporcionó tanta alegría durante mi infancia, cuando no podía imaginarme que aquellas canciones formaban parte de una nueva era de la música llamada rock progresivo.

Esas poco más de dos horas de concierto en el Via Funchal, su única actuación en Sao Paulo, me hicieron revivir las mismas sensaciones de aquella cría de 5 años que bailaba torpemente por el salón de mi casa. Hodgson arrancó suspiros, aplausos y gritos frenéticos cuando se marchó del escenario, y poco después regresó para interpretar sus tres últimas canciones, entre las que se encontraba mi favorita, “It’s raining again”.

Fue uno de los mejores conciertos que he presenciado en mi vida, no solamente por lo que significaba a nivel personal, sino también por lo cuidadoso y lo sofisticado de su producción artística. Roger Hodgson y su nueva banda reprodujeron fielmente todos los arreglos originales de los discos.

Simpático y muy atento, Hodgson recibió regalos, habló con el público y cantó más de veinte clásicos y algunos temas de sus trabajos en solitario. Fue complacido de inmediato cada vez que le pidió a la audiencia que le acompañase en alguna canción. Y cada una de ellas suponía un viaje en el tiempo. En esta gira por Brasil ha actuado en un total de nueve ciudades, y en todas ellas ha llenado los auditorios.

Como miembro de Supertramp, Roger Hodgson tuvo un gran éxito en los años 70 y principios de los 80, superando la marca de sesenta millones de discos vendidos. La banda se separó en 1983 y Hodgson siguió una carrera como solista. El fue el responsable de la composición y la producción de su primer álbum en solitario, y desde entonces no ha parado de hacer música.

Para quienes no le conocen, merece la pena navegar por su página oficial. Para quienes le conocen y les gusta su música pero se perdieron el concierto, esperemos que vuelva a celebrar otra gira por Sudamérica dentro de dos años, tal y como viene haciendo desde 2008. Durante su actuación, el cantante y guitarrista interpretó grandes éxitos como ‘Take the long way home’, ‘School’, ‘Hide in your shell’, ‘Breakfast in America’, ‘London’, ‘The logical song’, ‘Lord is it mine’, ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’ e ‘It's raining again’.