Reportaje de Andrés Luengo para el diario "El Periodic d'Andorra", publicado con motivo de la actuación de Roger Hodgson en la localidad andorrana de Escaldes-Engordany.

 

Hay estrellas que reniegan del repertorio que les catapultó a lo más alto del firmamento musical y que castigan al personal con temas ignotos de sus años de travesía del desierto. Temas que no conoce nadie, a excepción de los fans más devotos que conocen hasta la marca de cerveza favorita del mito, y que dejan al espectador común con un palmo de narices.

Y hay artistas como Roger Hodgson, que es consciente de que su lugar en ese firmamento se debe a un conjunto de piezas que pasaron a la historia de la música popular del siglo XX. No se avergüenza de ellas. Al contrario: las toca una y otra vez porque, no nos engañemos, son las que quiere escuchar el público que ha pagado su entrada.

Por eso, el repertorio de esta noche en el Prat del Roure constituirá un viaje musical hasta los años 70 y los primeros 80, con parada y fonda en la era dorada de Supertramp, vaca sagrada del rock sinfónico del último cuarto del siglo pasado, con permiso de Pink Floyd y Genesis.

El mismo Roger Hodgson (Portsmouth, 1950) avanzaba ayer las líneas maestras de una velada que contendrá, seguramente, los grandes éxitos de la banda: desde ‘Take the long way home’, con el que suele abrir los conciertos, hasta ‘Give a little bit’ del bis final. Entre medias habrá sitio para ‘The logical song’, ‘Breakfast in America’, ‘Dreamer’, ‘Fool’s overture’, ‘School’ e ‘It’s raining again’. Es decir, un resumen mineralizado y supervitaminado de los tres primeros lustros de vida de Supertramp, hasta que Hodgson dejó la banda en 1983, justo después de publicar ‘Famous last words’.

Lo que veremos hoy en Escaldes será la versión más intimista de Hodgson: él a solas, con el piano, los teclados y la guitarra de doce cuerdas, y el acompañamiento esporádico de un saxofonista. Ni banda ni orquesta, a diferencia de la mayoría de los conciertos de la gira.

Eso sí, promete una noche especial: “Soy feliz de tocar estas canciones. Yo soy el primer sorprendido de que todavía me gusten tanto. Amo esas canciones y creo que han superado la prueba del tiempo, porque están escritas con sentimiento. ‘Give a little bit’, por ejemplo, habla de amor. Evidentemente, mi concepto actual del amor es muy diferente al que tenía hace treinta años, pero nunca te cansas de hablar de amor. Por lo que respecta al formato, veréis cómo funcionan muy bien con el acompañamiento de un solo músico. De hecho, hay quien prefiere escucharlas así que con el acompañamiento original”.

Hodgson pone especial atención en colocar el producto entre las nuevas generaciones que, según dice, “cada vez vienen más a mis conciertos”. Y no le importa que le hayan descubierto gracias a bandas actuales como Goo Goo Dolls y Scooter, que últimamente han llegado al número uno con versiones de ‘Give a little bit’ y ‘The logical song’. ‘Breakfast in America’ incluso ha tenido el dudoso privilegio de ser ‘rapeada’ por The Gym Class Heroes. Y él, tan contento.

Dispuesto a vivir de un pasado glorioso, es lógico que se le preguntase ayer sobre el posible regreso de Supertramp, noticia que cada cierto tiempo remueve las conciencias del planeta rock. Hodgson ni lo confirma ni lo desmiente: “En los últimos años no hemos dejado de hablar, y siempre estamos abiertos. Ahora mismo no hay planes firmes, pero en el futuro, ¿quién sabe?”.

Lo cierto es que, a diferencia de otros tándems de creadores, Hodgson y Rick Davies, la otra mitad creativa de Supertramp, han mantenido una relación próxima… Aunque sea, según confesó ayer el primero de ellos, “porque nuestras madres eran amigas y siempre estaban en contacto”.

Hodgson no quiso hablar de rivalidad, pero marcó el territorio: “Cada uno de nosotros escribía sus canciones por separado. Yo era más prolífico que él, y a veces tenía medio centenar de canciones en la recámara, así que solía ayudarle a pulir las suyas. Pero más que de rivalidad, yo hablaría de competencia amistosa”.