Artículo de Bernard Perusse publicado en "Montreal Gazette" con motivo de una nueva gira de Roger Hodgson por Canadá.

 

Sería complicado encontrar en Montreal a un amante de la música de más de 45 años que no recordase las dos noches que Supertramp actuó en el Jarry Park en 1979. Los que no fuesen una de las 75.000 personas que asistieron a aquellos conciertos, seguramente conocerían a alguien que sí lo hizo. Cuando Roger Hodgson, uno de los dos fundadores del grupo y autor de la mayoría de sus éxitos, tocó en la Sala Wilfrid Pelletier hace tres años, debió recordar que el cariño de sus fans en Montreal sigue intacto.

“No me dejaban empezar el concierto”, recuerda Hodgson. “Estuvieron aplaudiéndome más de cinco minutos. Se me puso un nudo en la garganta. Me sentaba al piano para empezar el concierto pero seguían aplaudiendo, así que tenía que ponerme de pie una y otra vez. Fue algo espectacular”.

Hodgson dice que, aunque considera ‘Crime of the century’, de 1974, el mejor trabajo de la banda, la época dorada tuvo su punto culminante en 1979, cuando actuaron en el Jarry Park tras la publicación de su disco más famoso a nivel internacional, ‘Breakfast in America’. Aquel álbum vendió más de dieciocho millones de copias en todo el mundo.

“Supertramp fue una experiencia increíble”, dice Hodgson. “Aquello era mucho más que un grupo de música, éramos una enorme familia de veinte o treinta personas, y todo el mundo se quedaba impresionado al conocernos. Cuando triunfó ‘Breakfast in America’, nuestro mundo cambió dramáticamente. Todo lo que nos rodeaba acabó magnificándose, a todos los niveles, y eso resultó un gran desafío porque se nos planteó el problema de cómo seguir siendo los mismos de antes. Además, en la misma época todos empezamos a crear nuestra propia familia, y yo tuve dos hijos”. El hijo de Hodgson, Andrew, ahora tiene 27 años, y su hija, Heidi, 29.

Las razones de la marcha de Hodgson en 1983 han sido objeto de muchas especulaciones. Algunas de ellas se han centrado en un conflicto personal con Sue Davies, la mujer del teclista Rick Davies, que era la representante del grupo. Sin embargo, veintiséis años después, Hodgson dice que todo se debió a su preocupación por su familia y a su necesidad de una vida espiritual que no iba a conseguir como estrella del rock. Aunque no niega que la paz y la armonía no reinaban en Supertramp cuando él se marchó, mantiene que su decisión de dejar el grupo no tuvo carácter político.

“Decidí centrarme en criar a mis hijos. En caso contrario, ahora estaría echando la vista atrás veinte años y lamentándome de haberme perdido su infancia y todas las experiencias enriquecedoras que conlleva”, dice. “Fue una decisión muy difícil, porque sabía que los fans, la industria de la música y mis propios compañeros del grupo la iban a tomar conmigo”.

Cuando Hodgson se rompió las dos muñecas en 1987, los médicos le dijeron que no podría volver a tocar ningún instrumento. “Lo que yo pensaba sobre mí mismo como hombre, como músico y como ser humano, desapareció de repente”, dice. “Tuve que atravesar un largo período de introspección y recuperación, algo que me vino muy bien”.

Hodgson dice que aquella recuperación le condujo a buscar respuestas en lo que llama su brújula espiritual, aunque no se trata de ninguna variedad de religión u organización religiosa. “Intentaba encontrar mi felicidad, mi paz, mi misión en la vida”, dice. “Durante muchos años había encontrado todo eso en la música, pero la música se había convertido en mi principal fuente de autoestima y como persona me encontraba vacío. Así que tuve que desarrollarme mucho a ese nivel”.

El último álbum que Hodgson grabó con Supertramp fue el proféticamente titulado ‘Famous last words’. A su salida del grupo, según cuenta, hubo un acuerdo: Davies se quedaría con el nombre de la banda y Hodgson se quedaría en exclusiva con sus canciones, éxitos mundiales como ‘Give a little bit’, ‘The logical song’ y ‘Dreamer’.

Un par de veces a lo largo de la entrevista Hodgson dice que Davies no cumplió con su parte del trato, pues el Supertramp sin Hodgson siguió interpretando sus canciones. “Ese ha sido mi único motivo de queja durante todos estos años”, dice Hodgson. “Rick rompió su promesa, pues cuando me marché él me aseguró que no lo haría. Para mí fue algo muy duro y doloroso”.

Para complicar las cosas, se da la circunstancia de que ambos compartían los créditos de todas las canciones, igual que habían hecho antes John Lennon y Paul McCartney. Hodgson dice que se arrepiente de ello, pues le proporciona a Davies una parte de los éxitos compuestos por Hogdson.

“Cuando eres joven, lo único que quieres hacer es divertirte tocando en un grupo de rock, y el dinero es algo secundario”, dice. “Uno no nace con una mentalidad para los negocios, eso es algo que adquieres con el tiempo. Lo normal es que aprendas a hacer las cosas bien a base de equivocarte”.

Sin embargo, Hodgson dice que no ha cerrado la puerta a una reunión con Supertramp. “Rick alega que me lo ha pedido en innumerables ocasiones, pero la realidad es que yo nunca he recibido ninguna comunicación al respecto”.

Por su parte, es evidente que no tiene sensaciones negativas hacia el grupo. “Juntos creamos buena música, de la cual una parte todavía suena bien y la otra suena un poco vieja”, dice. “De lo que estoy más contento es de que las canciones que yo escribí han superado la prueba del tiempo”.

“Disfruto tocando esas canciones noche tras noche, e incluso sus letras todavía son muy relevantes. Mira, por ejemplo, la de ‘Give a little bit’: ¿acaso no necesitamos el amor en el mundo actual?”.