Reportaje firmado por Andreia C. Faria en la web "sapo.pt", con motivo de la llegada de Roger Hodgson a Portugal durante su gira de 2006.

Es ingrato tener una de las voces más escuchadas de la historia del rock y, al mismo tiempo, uno de los nombres menos reconocidos por el público. Para la mayoría de la gente no tienen nada que ver Roger Hodgson, un perfecto desconocido, y la voz de clásicos como ‘Dreamer’ o ‘Give a little bit’, que han formado parte de la banda sonora de muchas personas de varias generaciones.

Pero al eterno líder de Supertramp, que dejó la banda en el lejano año de 1983 para rendirse a los tranquilos encantos de la vida campestre y familiar, parece no importarle esa indiferencia: “Tengo que vivir con ello, ¡qué remedio! Es verdad que la mayoría de la gente no sabe cuál es el rostro ni el nombre que hay detrás de esas canciones que conoce desde siempre”.

“También hay que tener en cuenta que estuve diecisiete años sin dar conciertos, pues me quedé en casa para educar a mis hijos. Y sé que ahora muchas personas no saben quién soy yo, por lo que espero que los periodistas portugueses hagan hincapié en ello”, avisa, aunque en el fondo le preocupe poco que la gente reconozca o no en él a una leyenda viva del rock progresivo.

En su regreso a Portugal, Roger Hodgson sólo tiene un deseo en mente: “Espero ser correspondido en cuanto a la pasión que siento por portugueses. Vine a Portugal en 1983 y tenía muchas ganas de volver. Siento pasión por este pueblo, y espero que esto sea algo recíproco. Ojalá sigan siendo tan cariñosos y tengan un corazón tan abierto como hace veintitrés años”, confiesa.

El último álbum de Hodgson, ‘Open the door’, apareció hace ya seis años, por lo que no se puede decir que se trate de una novedad. Sin embargo, el músico sabe que en sobre el escenario eso importa muy poco, pues la nostalgia del público se dirige hacia las canciones eternas de Supertramp.

“En Portugal interpretaré los clásicos que compuse con Supertramp, y también varias canciones de mis discos en solitario y algún tema inédito. Habrá un equilibrio, pero le daré al público lo que quiere escuchar cuando viene a verme”, explica.

Ha transcurrido un año desde que Rick Davies rechazó la idea de reunificar la banda, pero Hodgson siente ahora más placer que nunca en cantar himnos como ‘The logical song’: “Me gusta más cantar y actuar hoy en día que cuando estaba en Supertramp. Ahora noto la magia durante los conciertos, ya sea tocando las canciones antiguas o las nuevas”, revela. Según él, el éxito que consiguió con Supertramp sólo era aparente, pues interiormente no se sentía tan satisfecho como ahora.

Sin prisas para publicar un nuevo álbum, el músico británico sigue la evolución musical de su hijo Andrew como el poeta que observa sosegadamente el curso del río y aprende lo que le enseña la vida: “Hace diecinueve años me rompí las dos muñecas en una caída. Aquello fue un despertar, como si Dios se me apareciese y me preguntase qué sería de mí si se llevara mi música y mi guitarra”.

“Entonces miré en mi interior y decidí sobre qué era lo verdaderamente importante. Sí, la música es importante, pero la vida, el gran desafío que es vivir, es lo más importante. Ese accidente me hizo ver las cosas desde otra perspectiva”, recuerda. Y no se avergüenza de confesar que ahora es feliz.

En 2002 Supertramp se volvió a reunir para satisfacer la nostalgia de los fans, y en 2005 publicaron una colección de éxitos llamada ‘Retrospectacle’. Para este último evento la banda, una de las más influyentes de los años 70, no se reunió como era el deseo de Roger Hodgson, pues Rick Davies anunció que se retiraba.

Aún así, Supertramp ha dejado una gran descendencia… musical. Andrew, el hijo de Hodgson, tiene un proyecto en el que colabora con Jesse, el hijo del único miembro americano del grupo, el batería Bob Siebenberg: “Es curioso, es como si se tratase de una nueva generación de Supertramp”, dice Roger Hodgson, un padre visiblemente orgulloso de su hijo. “No, para ser sinceros, su música, aunque es de una gran calidad, no tiene nada que ver con la de Supertramp”.

Roger ya tocó con su hijo en su disco en directo de 1997, ‘Rites of passage’, aunque confiesa que, a pesar de ser un gran admirador suyo, no quiere interferir en su música: “El está creciendo y aprendiendo. Ya hemos tocado juntos, pero ahora él está muy ocupado con su música. Yo le apoyo todo lo que puedo y le doy consejos, pero es maravilloso poder verle seguir su propio camino”, revela.