Reportaje aparecido en la sección cultural "Algo para el fin de semana" del prestigioso diario inglés "The Sun", como preludio de la gira británica de Roger Hodgson.

Hubo una época en la que era absurdo buscar a Supertramp en una lista de bandas más influyentes de los años 70. ¿Led Zeppelín, Pink Floyd? Está claro. ¿Sex Pistols, The Clash? Por supuesto. ¿Pero y esos muchachos que nos decían aquello de “échale un vistazo a mi novia”? La verdad es que no.

Sin embargo, ahora eso está cambiando porque artistas nuevos como Scissor Sisters, The Feeling, Air Traffic e incluso James Blunt se pelean por rendir homenaje a los pioneros del llamado ‘pop progresivo’. Todo un reconocimiento para un grupo que nunca ha tenido precisamente una gran reputación.

Y Roger Hodgson, autor de clásicos de Supertramp como ‘Breakfast in America’, ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’, ‘Take the long way home’ y ‘The logical song’, está encantado con ello. “Después de tocar en el concierto homenaje a Diana de Gales”, dice, “los miembros de The Feeling vinieron a mi camerino, me saludaron y me dijeron que eran grandes fans míos. Fue algo muy gratificante”.

“Yo crecí con los Beatles y decidí producir música de excelente calidad como ellos. Y el punto fuerte de Supertramp era la composición de las canciones. Nuestros temas han soportado muy bien el paso del tiempo. No creo que hubiese otra banda como nosotros, éramos únicos”.

Al igual que otros muchos grupos, el éxito de Supertramp surgió de la fricción entre dos personalidades muy diferentes. Roger aportaba el lado suave, melódico e introspectivo, mientras que su compañero, el teclista Rick Davies, proporcionaba el material más melancólico y terrenal, con canciones como ‘Goodbye stranger’ y ‘Bloody well right’.

Empezaron en 1969 como un típico grupo progresivo inglés, pero no fue hasta 1974, con la publicación de su tercer álbum, ‘Crime of the century’, cuando hallaron la fórmula del éxito a base de recortar su vertiente oscura y potenciar sus tendencias pop. La voz aguda de Hodgson y su estilo melódico se convirtieron en señas de identidad de la banda.

Ni siquiera el éxito de ‘Crime of the century’ y de sus siguientes discos, ‘Crisis? What crisis?’ y ‘Even in the quietest moments’, les hizo estar preparados para lo que conseguirían en 1979 con ‘Breakfast in America’, un álbum que vendió dieciocho millones de copias y que les convirtió en súper estrellas.

Sin embargo, las largas giras se cobraron un alto precio y en 1983 Hodgson dejó el grupo. “Fue muy difícil para mí marcharme”, dice. “Supertramp era mi bebé, pues yo comí, dormí y respiré aquella banda. Pero criar a mis hijos y formar parte del grupo eran dos cosas incompatibles”.

Supertramp siguió adelante sin él, pero no volvió a conocer días de gloria. “En realidad, yo era la fuerza motriz del grupo”, dice Hodgson, “y la mayoría de las canciones famosas eran mías. Rick es un músico con mucho talento, pero mucho más pasivo que yo, así que lo pasó muy mal cuando me marché”.

¿Podrían volver a reunirse ambos? “Bueno, nunca digas ‘nunca jamás’. Yo lo propuse hace un par de años, pero en ese momento Rick no mostró interés. Ahora mi carrera en solitario marcha muy bien y no tengo intenciones de volver a intentarlo. Eso requiere mucha energía y muchas emociones, pues no son cosas que puedan hacerse a la ligera”.

Hodgson acaba de publicar un DVD en directo y el próximo lunes se embarcará en una gira por Gran Bretaña. “Sólo se trata de un músico interpretando sus canciones, pero el público se da cuenta que pongo todo mi corazón en ello. Es el espíritu de ‘Give a little bit’ lo que me hace sentirme realizado al conseguir que la gente se lo pase bien”.