Ramsay Short, del periódico libanés "Daily Star", habló con Roger justo antes de su doble actuación en Byblos durante su gira del verano de 2005.

A sus 55 años, Roger Hodgson, antiguo cantante y cofundador de Supertramp, banda de pop y rock de los años 70, ya ha tocado ante miles de espectadores en centenares de ciudades, consiguiendo que muchas personas entrasen en éxtasis o rompiesen a llorar.
 
Incluso él no ha podido evitar ponerse a llorar en algún escenario. “Ahora, cuando canto algunas de las canciones que compuse hace más de veinte años, a menudo se me pone un nudo en la garganta. En ocasiones me emociono con ellas porque me hacen recordar todo lo que ha pasado en mi vida, así que para mí significan todavía más hoy en día”, explica Hodgson al teléfono desde el Hotel Royal. Y tal vez por eso nunca se cansará de cantar temas como “Dreamer”, “School” o “Take the long way home”.
 
Hodgson se encuentra en Líbano para abrir esta noche el Festival Internacional de Byblos 2005, pero no junto a ninguna banda ni orquesta, pues estará solo sobre el escenario. Contrarrestará esa falta de acompañamiento con mucha emoción y entregándose al público en cuerpo y alma.
 
“Ultimamente he descubierto lo hermoso que es tocar a solas. Yo, mis teclados, mi guitarra y un piano. Me gusta que sea así porque la conexión con el público es mucho más espontánea. Muchas veces tengo la impresión de encontrarme en el salón de mi casa”, dice en un suave tono de voz que dista mucho del característico tono agudo que utiliza cuando canta.
 
Hodgson alcanzó la fama en los años 70 y 80 con Supertramp, el grupo que fundó junto a Rick Davies en 1969. La banda se convirtió en una de las más populares y exitosas de la época, en gran parte debido a la habilidad de Hodgson para mezclar letras sencillas e introspectivas junto a melodías alegres que por alguna razón impactaron en el gran público.
 
El álbum “Crime of the century” de 1974 fue todo un éxito y contenía los famosos singles “Dreamer” y “Bloody well right”. En 1977 apareció “Even in the quietest moments”, un disco que incluía una de las canciones favoritas de Hodgson, “Give a little bit”, la cual trata sobre el amor al prójimo. Supertramp alcanzó su cumbre comercial en 1979 con “Brekfast in America”, que llegó al número uno en todas partes y cosechó los éxitos “Take the long way home”, “The logical song” y “Goodbye stranger” en su camino hacia los veinte millones de copias vendidas. Hodgson dejó la banda en 1983 para emprender una carrera en solitario.
 
Hoy en día Hodgson da la impresión de ser un hombre tranquilo y reservado que, después de haber atravesado recientemente un doloroso divorcio y un largo período sin salir de gira, se encuentra inmensamente feliz de volver a dar conciertos.
 
“Es increíble lo mucho que siento por estas canciones, y la experiencia tan íntima que tengo con el público gracias a ellas”, dice. “En la música también hay algo espiritual, y cuando dejas que ese algo se apodere de ti y te pierdes dentro de la música, es cuando el concierto es realmente especial. Definitivamente, hay algo inconsciente, llámese Dios o como sea, pero cuando yo toco es como si mi corazón y mi alma se pusiesen a hablar. ¡Entonces ocurre algo mágico y tengo que quitarme de en medio!”
 
Para alcanzar esos niveles interpretativos, Hodgson suele seguir un proceso de reflexión antes de subir al escenario, el cual incluye no hablar con nadie y practicar la meditación. “Antes de tocar intento vaciarme interiormente por completo, y así me quedo totalmente libre para ser absorbido por la música”, dice Hodgson, que es británico aunque lleva viviendo desde que tenía 24 años al norte de California.
 
“Yo sólo soy un espejo para el público, todo lo que siento mientras estoy tocando se traslada a la audiencia a través de sus propias experiencias, sobre todo con las canciones que conocen y que les gustan mucho”.
 
Durante las dos próximas noches en Byblos, espera dar algo más que “un poquito” (“give a little bit”). Como los mejores músicos, dará todo lo mejor de sí mismo.