Artículo de Olaya Gonzalez aparecido en la revista suiza "Cooperation" con motivo de la publicación del álbum "Open the door" de Roger Hodgson.


Definitivamente, el cantante Roger Hodgson ha pasado página con Supertramp, el grupo británico que creó junto a Rick Davies en 1969, y ahora publica un soberbio disco en solitario. Aunque el alumbramiento del mismo le pareció doloroso, está muy orgulloso del resultado.

Para Hodgson, la época de ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’, ‘The logical song’, ‘Breakfast in America’, ‘It’s raining again’ y tantos otros títulos que le dieron fama a Supertramp ya es historia. Hace ya más de quince años que abandonó el grupo británico por discrepancias artísticas con el resto de músicos, y todos los intentos de reunificación han resultado infructuosos.

Tan sólo le quedan algunas cicatrices de aquella aventura, que todavía le siguen molestando cuando escucha sus propias composiciones en la voz de un nuevo cantante. “Me prometieron que no interpretarían las canciones que yo escribí, pero no cumplieron su palabra. Es una pena, sobre todo para el público, a quien en cierto modo están engañando”.

No se trata sólo de canciones, sino de los recuerdos que esa música le trae a la gente. Tras despedirse de la banda, Hodgson comenzó una carrera en solitario que no ha sido demasiado fructífera. Los discos ‘In the eye of the storm’ (1984, dos millones de copias vendidas), ‘Hai hai’ (1987, un fracaso) y ‘Rites of passage’ (1997, un directo bastante discreto) no le permitieron desprenderse de la etiqueta Supertramp, lo cual tampoco le sirvió para escalar puestos en las listas de éxitos.

Ahora, a sus 50 años recién cumplidos, el músico regresa con ‘Open the door’, un álbum que se mueve entre sonidos celtas y nostálgicos. Esa voz y esa música son reconocibles entre miles, y suponen un placer para nuestros oídos. Y la presencia de instrumentos tan exóticos como el rabel, el laúd, el clavecín, el órgano, la gaita, la flauta y el banjo no disminuye ese placer, sino más bien todo lo contrario.

“El responsable de ese sonido es Alan Simon, que es en cierto modo el catalizador de este álbum”, dice Hodgson. “Fue él quien me presentó a los músicos y quien me sugirió utilizar todos esos instrumentos. Yo no estaba seguro de que la cosa funcionaría, y se trataba de un auténtico desafío, pero el resultado ha sido sorprendente y excelente”.

“Grabar un álbum es como un parto”, explica Hodgson. “Es algo muy doloroso, pero después, igual que cuando nace un bebé, uno se queda muy orgulloso de lo que ha conseguido, aunque siempre juramos que esta será la última vez. ¡Es algo demasiado duro! Luego, los escenarios, el reencuentro con el público y el cariño que recibo en los conciertos me dan fuerzas para volver a ponerme manos a la obra”.

A quienes se sorprendan de escuchar la voz de la reina Isabel II en un discurso de 1940 durante la introducción del tema ‘Along came Mary’, Hodgson les responde con una sonrisa pícara: “Cuando elijo un invitado especial, no me ando con chiquitas… Y como no podía llevarla en persona a los estudios, utilicé una grabación suya”.

Otros ‘invitados especiales’ son Ronald Reagan, con su frase “el gobierno no es la solución al problema; el gobierno es el problema”, y el reverendo Jesse Jackson con un extracto del discurso en el que anunció su retirada de la campaña electoral diciendo que si su presencia había contribuido a crear esperanza, entonces nada había sido en vano.

Hodgson ve un paralelismo de esas palabras con su propio arte. “Creo que la música es una de las cosas que más esperanza pueden ofrecer. Hay mucha gente que quiere recibir respuestas y que busca alimento para su espíritu, pero no consiguen encontrar nada de eso en la política y, según mi opinión, tampoco en la religión”.

“La música puede ayudar y ser una fuente de inspiración para quien la escucha”, añade. “Hablo por las propias experiencias que yo viví en los años 60, una época en la que los músicos eran los portavoces de la gente. Hoy no es así, pues todo es un negocio. Para los artistas es muy difícil seguir siendo fieles a sí mismos, y hay que hacer grandes concesiones para poder ser escuchado”.

¿Y qué hay del antiguo líder de Supertramp? ¿Jamás ha hecho una concesión? “Oh, sí”, suspira Hodgson. “Yo también caí en esa trampa, por ejemplo al aceptar que mi álbum ‘Hai hai’ incluyera canciones que pudieran triunfar en las listas de éxitos. Grabé aquel disco con la cabeza en vez de con el corazón, y el resultado no me gustó y me dejó muy triste”.

“Además es irónico, porque la semana en que fue publicado ese álbum me rompí las dos muñecas en un accidente. Creo que, de alguna manera, mi subconsciente quería decirme que la única forma de hacer las cosas era siendo honesto conmigo mismo. Aquella fue una buena lección, y desde entonces hago todo lo posible por tenerla en cuenta”.