Mi viaje empieza a las nueve de la mañana, cuando me dispongo a disfrutar de cinco horas de autopista en solitario desde Pamplona. Tras dejar el equipaje en el hotel de Gerona donde pasaré la noche, me reúno con mi hermano Aitor que ha venido desde Madrid y nos dirigimos, después de comer, a Calella de Palafrugell.

Para mí el concierto en los Jardines de Cap-Roig de Calella tiene un significado especial, pues en esa localidad pasé los veranos de mi adolescencia con mi familia y era volver a recordar lugares y aventuras de los quince años. Al llegar tan pronto al lugar del concierto, el aparcamiento es rápido y  muy cercano a la puerta de entrada.

En taquillas, y gracias a las gestiones de nuestro “Papá Pitufo” Abel –mil gracias de nuevo, amigo- nuestra querida Linda ha dejado reservados a nuestro nombre los pases e invitaciones. Con ellos nos dirigimos a la entrada y preguntamos por ella. En cinco minutos una azafata nos acompaña hacia el escenario donde se está desarrollando la prueba de sonido y a medio camino nos encontramos con Linda que ha salido a recibirnos.

Con un sentido abrazo y dos besos nos saludamos y charlamos brevemente. En ese momento le entrego el regalo que le llevaba. Se trata de una reproducción de la fachada del ayuntamiento de Pamplona. Le gusta mucho y me lo agradece con otro abrazo. Nos acompaña al escenario y allí nos encontramos con Ana López, Karine, Miguel Angel Candela, Antonio y María José.

Aunque no nos conocíamos personalmente, el permanente contacto mediante TLW, Facebook  y e-mail hace que parezca que nos conociéramos de toda la vida y la charla fluye sin dificultad. Durante esos minutos ha vuelto a salir Roger al escenario con un técnico a probar algunas cosas pues una de sus guitarras acústicas le está dando guerra. Por nuestra parte seguimos comentando cosas del concierto, de música en general y del magnífico entorno donde se celebra el festival. Un jardín botánico en la misma costa, junto al acantilado. Un paraje maravilloso y un montaje espectacular.

Mientras Ana, Karine, Antonio y Miguel Angel se ocupan de montar el puesto de merchandising, Maria José, Aitor y yo nos dedicamos a conocer el lugar y a tomar un vino blanco en la zona acondicionada como lugar de encuentro. Magníficamente preparado con una gran barra, zona de terraza con butacas, tarimas y mesas bajas para charlar relajadamente, se combinan con mesitas altas con su mantel para tomar un pincho y una copa, pero sobre todo para aguantar los ceniceros, pues es la única zona donde se permite fumar, dado que es un entorno natural protegido y, pese a estar al aire libre, se prohíbe rigurosamente fumar en todo el lugar.

Tan rigurosamente que, aunque discreta y correctamente, soy testigo de varias llamadas de atención a quien, distraídamente, saca un pitillo fuera de los límites. Mientras vemos como va llegando el público, observamos a un caballero que va de acá para allá,  pendiente de todo y de todos. Nos llama la atención el exquisito trato que dispensa a invitados y personal. Da lo mismo que sean camareros, personal de producción, azafatas o V.I.P´s. A todos dirige palabras amables y sonrisas.

En un momento de aparente relax, Maria José habla con él y nos lo presenta a mi hermano y a mí. Se trata de Don Martín Pérez, promotor del Festival de los Jardines de Cap-Roig y responsable de todo el montaje. Con toda naturalidad charlamos durante unos quince minutos y nos cuenta cómo trabaja y algunos aspectos del festival. La verdad es que fue un verdadero placer y un gran honor conocer a don Martí. Siempre se aprende de personas como él.

Pocos minutos después, distingo la figura de ese gran tipo que es Vidal y me acerco a saludarle. No paramos de hablar hasta el comienzo del concierto. Se acercaba ya la hora del show y había que ocupar nuestros asientos.

El concierto.- Yo había ido a ver a Roger Hodgson y me encontré a Supertramp. Tan sencillo como eso. Ya había disfrutado de las canciones de Roger en formato íntimo y había disfrutado mucho con las versiones “desnudas” de las más conocidas canciones que compuso para la banda. El que actuara con el acompañamiento de cuatro músicos, era, para mí, ver cumplido un deseo largamente esperado como era el de disfrutar en vivo de las canciones tal y como las conocía originalmente.

De modo premeditado, ejecutan las canciones de igual modo que se grabaron en su momento. La formación que presenta actualmente se compone de teclados, batería, bajo y saxos, reuniendo deliberadamente los instrumentos y los músicos tal y como lo hacía Supertramp en su época dorada. Había, pues, que formar una banda con un teclista que se hiciera cargo del órgano Hammond y de los teclados; un bajista simpático e inquieto en el escenario; un baterista discreto pero contundente y un saxofonista chico para todo.

Eso es lo que ofrece Roger Hodgson cuando se acompaña de estos músicos. Cierras los ojos y escuchas a Supertramp, pero sin Rick Davies. El bueno de Aaron ejecuta todos los solos, nota por nota, igual que John. Bryan interpretaba las canciones exactamente como lo hace Bob, aunque sin su sosiego y su potente toque de caja. Por su lado, Kevin Adamson demostraba lo gran músico que es haciendo lo que quería con los teclados. Y digo lo que quería porque es el único que hizo cosas distintas a la partitura original. Especialmente, su solo de “Child of vision” fue magnífico y el público le correspondió con una cerrada ovación. La banda, en conjunto, sonó poderosa y magnífica. Bien ensayada y empastada.

Como podéis ver en el vídeo, el principio del concierto fue muy clásico. “Take the long way home” es un comienzo perfecto. Tras los saludos, agradecimientos y cita del episodio pasado por agua del año anterior, nos tranquilizó asegurando que “It´s raining again” la tocaría la última, por si acaso. Suena “School” y me empiezo a emocionar. El solo de esa canción tiene un gran significado para mí,  así que cuando sonó en el sitio que sonó y del modo tan fantástico que lo hizo, la dicha fue infinita.

Por cierto, debo mencionar y hacer justicia con Howard Heckers, ingeniero de sonido de Roger. El sonido fue extraordinario. Todo sonaba en su sitio, sin estridencias pero contundentemente. Sonido limpio, nítido, dejando que los matices en la interpretación de cada músico pudieran apreciarse perfectamente. La voz de Roger sonaba perfecta, entendiéndole cada palabra cantada o hablada.

De los instrumentos, como se puede observar en las fotos, buen material. El bajista llevaba un previo que es de lo mejor del mercado. Los teclados todos de garantía, aunque el piano de cola no era un piano de cola, sino un piano más bien “encolado”. Digo esto porque se trataba de un teclado electrónico embutido en un armazón de madera que simulaba el enorme mueble de un piano de cola auténtico y pintado a “spray”.

Esto último era evidente porque con la luz del día se notaban perfectamente las diferencias de brillo según le daba la luz. Con ello se gana, por un lado, en limpieza de sonido, pues no es fácil sonorizar un piano de cola al aire libre. Por otro, se ahorra tiempo en las pruebas de sonido y en alquilar un buen piano de cola auténtico, que es una pasta.

Por su parte la batería era una Adams, marca poco común, pero de sólido prestigio. Solo una pega: La caja. Me sonó pobre. Demasiado seca y apagada, quizá mal ecualizada. No es que sonase con poco volumen, sino que le faltaba brillantez. Solamente en “Don´t leave me now” en la que tiene protagonismo, le aplicaron un efecto de reverb con distinta ecualización que daba gloria oírla.

Del repertorio, hacer mención a las ausencias y a las canciones sustituídas. Eché de menos “Hide in your shell” y me habría ilusionado mucho escuchar “If everyone was listening”, pero el sustituírla por “Lady” fue un buen remedio. Por cierto, que en esta canción observé cómo, al terminar, Roger indicó con gestos a Bryan y el resto de la banda que no. Pero que no ¿qué?. Pues me imagino que les decía que no iniciasen el “reprise” final de la canción que, por cierto, es un efecto magnífico.

Me parecieron magníficas las interpretaciones de “In Jeopardy”, “Take the long way home”, “Child of vision” y “A soapbox opera” con la que se me pusieron los pelos de punta. En “Lord is it mine” eché en falta una mayor contundencia instrumental en el segundo estribillo, cuando rompe la canción y batería, bajo y organo Hammond ofrecen todo su poder al tema. Parecía como si no quisieran despertar al vecino.

De conciertos anteriores se cayeron “Along came Mary”, “Pupet Dance” y “The Awakening”, además de las dos citadas anteriormente, interpretando en su lugar “London”, “C´est le bon”, “Know who you are” y la citada “Lady”. Mención aparte para las palabras de Roger reconociendo su admiración e influencias de los Beatles de los que dijo que sin su música él no estaría allí. Por tal motivo, deleitó a la concurrencia con una versión de “Across de universe” que fue muy aplaudida.

Sin hacer descanso alguno, fueron cayendo “Breakfast in América”, “The logical song”, “Dreamer”, “Easy does it” con complicidad del público que silbó la melodía o “Sister moonshine” respondiendo la audiencia en proporción directa al éxito que tuvieron en su momento.

Durante la primera parte del concierto el público se comportó de modo tranquilo, sin dar muestras de excesiva efusividad, cosa que no pasó desapercibida para Roger. Hizo algún comentario sobre que aquello no parecía España, pues sabía que el público español es más cálido y efusivo. En ese momento, algún impertinente gritó algo sobre que Cataluña tal y tal. Respetando la idiosincrasia de cada lugar y los sentimientos de cada uno, que puedo compartir, o no,  debo reconocer que el grito de ese espectador estaba totalmente fuera de lugar. Por suerte, además, Roger no lo escuchó. Entendamos que los artistas extranjeros no tienen por qué conocer las peculiaridades de cada lugar donde tocan.

Poco a poco, el concierto ganó en intensidad y en muestras de apoyo y aprobación de un público, más que mayoritariamente veterano que en varios momentos pateó en el suelo de las gradas para hacer más ruido que con las palmas. Y llegó el momento cumbre del concierto con la última canción antes de los bises. Roger se pasó al piano de cola y empezó a tocar “Fool´s Overture”.  La ovación fue de gala y la interpretación fue, sencillamente, sublime. El gran sonido hizo que las partes pregrabadas, con el Bib-Ben, Churchill, el coro, etc., sonaran perfectas y empastadas con lo que se tocaba en vivo. Escuchar esa canción en semejante lugar, con la noche que hacía, fue verdaderamente memorable. Los aplausos finales, atronadores. Saludos, vítores, pataleo en el suelo del andamiaje de las gradas, gritos y despedida.

Tras varios minutos de impacientes palmas, silbidos y “oe, oe, oes” volvió a salir Roger con su acústica para tocar “Two of us” y después, simplemente, dijo: “Vamos, todos en pie”. Con los primeros acordes de “Give a little bit” el público se puso a dar palmas y a bailar para más tarde, con el “It´s raining again” final, perder definitivamente la compostura y empezar a dar brincos. “Señores, un poco de decoro, que parecemos gente respetable y tenemos que dar ejemplo”, grité sin que nadie me hiciera caso…

Tras el saludo de despedida de la banda, y con la sensación de haber vivido un concierto memorable, esperamos a que la mayoría del público terminara de salir para acercarnos al pie del escenario para reunirnos con Vidal. Un par de minutos después salió por el mismo escenario el majo de Ian, el bajista, a saludarlo y éste nos lo presentó. Un tipo peculiar este Ian. Totalmente accesible, charló unos momentos con nosotros mientras los técnicos empezaban a desmontar el escenario.

Aprovechando el momento, fuimos saliendo y nos entretuvimos charlando mientras esperábamos, con nuestros pases, a que Roger y el resto de la banda descansara y se aseara antes de recibirnos. En ese magnífico lugar, tan bien acondicionado, nos tomamos un refresco. Y me ocurrió la anécdota de la noche. Una de las azafatas me vio la acreditación para acceder al backstage y camerinos y, con cierto apuro, me preguntó si iba a estar con Roger Hodgson. Al contestarle que esperaba que sí, me preguntó si podía hacerle el favor de pedirle que le dedicase un CD. Ante tan radiante sonrisa no pude negarme, y ella corrió entonces al puesto de merchandising para comprar el CD “Classics” y traérmelo.

Cuando se despejó la puerta de acceso, solicitamos permiso para entrar al backstage y aguardamos a que Linda saliera a recibirnos. En los minutos que esperamos a que Roger terminara con otra visita, salía, con aire despistado, Bryan con su cerveza. Le saludamos y le pedí permiso para fotografiarme con él. Una foto entre colegas. Nada más despedirnos, volvió a aparecer Ian que me invitó a visitar el escenario y el material.

Como estaban en pleno ajetreo de desmontaje no quise importunar y, tras un una breve aproximación a los instrumentos, regresé al backstage donde Linda, al vernos, nos invitó a entrar a la zona de camerinos. Allí nos recibió Roger con un efusivo abrazo y su encantadora sonrisa. Me agradeció mucho el regalo del CD con todas las fotos que tengo en mi colección y charlamos del concierto. En ese momento se incorporó Shakti.

Al felicitarle por el fantástico sonido me respondió que al había que felicitar era a Howard, pues era él el responsable. Cuando se lo comenté, se interesó por el sonido de la caja y acabamos hablando de sonido. También le preguntó mi hermano Aitor, que me hacía de traductor, por la razón por la cuál no utilizaba la guitarra eléctrica y le respondió que esa era una buena pregunta y que la razón era que no había preparado los arreglos para guitarra eléctrica pues habían ensayado adaptando el repertorio en solitario a una banda. De todos modos, no renunciaba a incorporarla a su próxima gira.

Tras unos minutos más de charla en la que aprovechó para dedicarme el libro de la gira, algunas carátulas, y el encargo de la amable azafata, él mismo se ofreció para posar y hacernos las fotos de rigor. Finalmente, nos despedimos con otro largo abrazo y me dijo, con toda naturalidad que, la próxima vez que acuda a algún concierto suyo, le llame para seguir hablando de sonido.

Al salir de la zona de backstage, nos dimos cuenta de lo privilegiados que habíamos sido, pues había un gran número de personas esperando a que saliera Roger. Fuimos al puesto de Merchandising a despedirnos de Ana, Karine, Maria José, Antonio y Miguel Angel. Se había hecho tarde y no hubo posibilidad de echar la última con Vidal, así que nos dirigimos al Hotel. El viaje de vuelta lo hice con una sonrisa de oreja a oreja todo el camino…




Aspecto que presentaba el escenario de Cap Roig pocas horas antes del concierto.




Roger probando sus instrumentos durante el "sound check".




Xabi junto a Bryan Head, el batería de la banda de Roger.




Los hermanos Valencia posan en el camerio junto a Roger y Shakti.