Eran alrededor de las tres de la tarde cuando mi hermano Aitor y yo aparcábamos el coche en el mismo parking del Auditorio Kursaal de Donostia-San Sebastián, en donde se celebraría el concierto. Decidimos que lo primero que íbamos a hacer es acercarnos al hotel Maria Cristina, situado quinientos metros de allí, para intentar contactar con Linda, la ayudante de Roger. En recepción nos ponen en comunicación con su habitación y, tras la conversación, muy amablemente nos indica que pondrá a nuestra disposición unos pases de “backstage” para después del concierto y toma nota de nuestro móvil y nombres.
 
La primera parte del plan había sido cumplido con éxito. Teníamos, pues, 4 horas para relajarnos y tomar el sol en la playa. Para ilustrar a los que no conozcan Donosti, El Kursaal hunde sus muros y cimientos en la playa de Gros, la otra playa de San Sebastián. Así pues, cogimos las sillas playeras, la crema protectora y el flotador y, con una sonrisa de oreja a oreja, nos adentramos en la arena.
 
Estando allí, recibimos la llamada de Juan Rubio, nuestro querido “Supertrampero” del foro de “The logical web” que está de camino con unos amigos. Les decimos donde nos encontrarán y, a su llegada, nos dirigimos al lugar de concentración sugerida por la propia web. Hemos de decir, llegados a este punto, que esto último fue un sonoro fracaso. Por una lado el lugar elegido estaba cerrado y, por otro, aunque estuvimos en la terraza de enfrente, pendientes de movimiento, nadie se acercó al supuesto lugar de reunión.
 
Así pues, decididos a entrar al recinto, Aitor y yo procuramos localizar a alguien que nos diga donde recoger los pases prometidos y en los pasillos nos cruzamos con una amabilísima mujer que resulta ser ayudante de Roger. Siento mucho no recordar su nombre, debido a la misma emoción. Le contamos la conversación con Linda y nos acompaña a taquillas en donde nos dan dos pases-invitación aunque nosotros teníamos nuestras entradas.
 
Sin más demora, nos adentramos en el auditorio. Magnífico recinto. El escenario, como siempre, sencillo. Sobre una alfombra, en un lateral, su teclado con la marca tapada por cinta americana. En el centro otra alfombra con un micrófono. Entre ambos, los soportes de sus dos guitarras acústicas, Tras el micrófono, el gran piano de cola y en el otro lateral, el set de micros de Aaron y más atrás, el taburete y su set de saxos. Cerrando el fondo, una hilera semicircular de arbolitos en jardineras. Es decir, como siempre, sencillez y elegancia máximas.
 
Poco a poco se van ocupando las localidades. Como podremos suponer, todo juventud. Es más, entre risas, mi hermano Aitor se molesta en estudiar a los que llegan, intentado adivinar si hay alguien más joven que él –tiene 26 años- y concluye que no. Sí es verdad que durante el concierto, Roger saluda a su fan más joven que resulta ser una niña de corta edad. Por fin, con cinco minutos de retraso sobre las ocho de la tarde, los aproximadamente 900 asistentes nos acomodamos y se apagan las luces. Sale Roger bajo una calurosa ovación y ataca “Take the long way home”. Tras ello saluda al público y nos agradece el que hayamos elegido verle a él en lugar de la final de la eurocopa. Roger se muestra, como siempre, amable, simpático y locuaz. El sonido de la sala es magnífico, nítido y equilibrado, gracias al material utilizado, que es de lo mejorcito del mercado.
 
Sobre el repertorio ¿qué objetar?, cada uno tiene sus gustos y preferencias. Yo, personalmente, me sentí más que satisfecho escuchando “Rosie…”,  por la que siento gran debilidad.
 
Sobre su actuación, decir simplemente que fue fantástica. Las guitarras sonaron majestuosas, nítidas y brillantes. Su teclado sonó poderoso. Tan poderoso que en una canción, no me preguntéis cual, los bajos surgieron potentes y contundentes como cañones. Eso si,  sin avasallar. El piano de cola es lo que sonó menos brillante, aunque sin desmerecer el conjunto. Su voz, fresca y natural. Roger está en forma. Es verdad que no llega tan fácil como antes a las notas más agudas y se percibe cómo  se va preparando un par de compases antes de hacer el esfuezo. Solamente tuvo verdadera dificultad en un pasaje en todo el concierto. Llegó, efectivamente, pero inmediatamente sientes que no lo va a volver a intentar en el siguiente estribillo. No racaneó ni se reservó, por lo menos apreciablemente. Quiso dar lo que tiene y lo consiguió. Lo que sí me percaté es de que, en un momento determinado, cometió un error y tocó un acorde equivocado. Solo una vez. Nada más.
 
Mención aparte es el caso de Aaron. Musicalmente ejecutó con solvencia y virtuosismo todos los pasajes en los que intervino. Apareció entre sombras en su primera intervención y del mismo modo se apartó discretamente a su taburete. Derrochó simpatía e intentó hacerse entender en castellano. Intercambió cómplices miradas con Roger y hasta se rió a carcajadas en algún momento tras el final de una canción en lo que, supuse, era algún intento de jugarreta por parte del jefe, cambiándole el final o algo parecido. Pero lo mejor fue su comportamiento y actitud después del concierto. Volveré sobre él mas tarde.
 
El ambiente fue magnífico. El público no paró de batir palmas –no sé como puedo escribir con lo que me duelen hoy las manos- acompañando a los músicos. Como en otras ocasiones, todos silbamos la melodía de “Easy does it” y saltamos de los asientos cuando atacaron “It´s raining again”. El final de “School” y la repetición de “Give a little bit” con todo el auditorio en pie me puso la piel de gallina. Larga y cerrada ovación final.
 
Como anécdota mencionar que mi hermano Aitor quería aislarse del mundo tras el concierto para no conocer el resultado de la final de la eurocopa y ver el partido grabado. La cosa iba bien hasta que, al salir Roger a los bises, suelta por el micrófono: “Traigo buenas noticias: España gana 1-0”. El juramento que lanzó mi hermano lo acallaron los aplausos del resto del público.
 
Así pues, tras encenderse las luces del auditorio, y mientras se vaciaba el aforo, nos acercamos al escenario para tratar de saludar a Aaron y localizar a Linda. Nos encontramos con Pedro, el alter ego de Roger en “The logical group”, nos saludamos y llamamos a Aaron. El, muy amable y atento, nos atiende, comenta con Pedro algunas cosas y posa con nosotros para unas fotos. Hablamos con Linda que, todo amabilidad, nos saluda. Más tarde, a la salida del auditorio, Aaron corresponde a todas las solicitudes de fotos y autógrafos a los pocos que prefieren esperarles en vez de ver terminar el partido. Nos confiesa que se siente muy afortunado por poder compartir escenario con Roger y nos pregunta por el concierto y la calidad de sonido. También nos dice que se siente muy feliz al poder conocer una ciudad tan bonita como San Sebastián. Esperamos en las puertas del auditorio. A nuestro requerimiento, Aaron no promete localizar a Linda y se compromete a volver con la respuesta. La verdad que este tipo es maravilloso. Pocos minutos más tarde viene la otra ayudante de Roger –insisto en que siento mucho no recordar su nombre- a buscarnos y nos acompaña a Pedro, Aitor y a mí a los camerinos.
 
A partir de aquí, mis recuerdos, sensaciones y sentimientos me sobrepasan. Me siento en una nube. La adrenalina se me dispara y la inseguridad de saber si estaré a la altura del momento me hace que tiemblen mis piernas. Linda nos recibe en el pasillo del camerino con la mejor de sus sonrisas. Llama a la puerta y nos introduce en él. Roger nos espera de pie, al lado de la puerta y nos acoge con toda naturalidad y amabilidad. Nos presentamos. Pedro y Aitor sirven de traductores –me quedé en el “My taylor is rich”- mientras le contamos la historia del disco y nuestra versión de “In jeopardy”. Queda sorprendido y nos agradece efusivamente el detalle. Nos firma y dedica algunas carátulas de sus discos y se interesa por nuestras carreras musicales Charlamos del concierto, de la gira y Linda y él me hacen girarme varias veces para contemplar la camiseta de la Gira. Les llama mucho la atención la espalda con el mapa y los puntos donde actuará. Accede a posar con nosotros para unas fotos –Gracias, Pedro, por ser nuestro fotógrafo- y tras unos veinte minutos de estar en la gloria, nos despedimos. En ese momento, le amago un breve abrazo, temeroso de que pueda sentirse “acosado”. Nada más lejos de mis temores. No solo accede al abrazo, sino que puedo asegurar que nunca he sentido un abrazo tan largo, intenso y sincero. Linda nos acompaña a la salida. Nos despedimos con dos besos y su eterna sonrisa. Salimos del Auditorio y nos despedimos de Pedro y los suyos para dirigirnos al bar de enfrente en el momento en que pitan el final del partido y la selección conquista la eurocopa. ¿Se puede pedir más a un 29 de Junio?
 
Pamplona, 30 de Junio de 2008.
Xabier Valencia.

 

 

Xabi y compañía, cogiendo fuerzas antes del concierto. 

 

Xabier y su hermano Aitor posan junto a Roger.

 

Los hermanos Valencia, celebrando la victoria en la Eurocopa.